El amor que siento por la guitarra sólo es comparable al que siento por mis seres más queridos y, es por ello, por lo que sigo sorteando obstáculos y “amenazo” con seguir tocando mientras me quede un ápice de aliento.
Quiero compartir este espacio y mostrar mi más sincera gratitud hacia todas aquéllas personas que me han prestado su ayuda y apoyos incondicionales. Especialmente tengo que destacar a dos de ellas: Juan Ponce, mi compañero de fatigas, quien tanto me ha ayudado a comprender la verdadera esencia de este complejo pero apasionante mundo del Flamenco; y Ángel Luís Cañete, mi mentor y mi segundo padre, quien apostó y tuvo la generosidad de poner a mi disposición su extensísimo conocimiento y su archivo sonoro, ambas cosas de inestimable valor.
“… y a pesar de todo, sigo peleándome con ella cada día, continúo buscando mi autenticidad después de haber bebido (y sigo bebiendo) de maestros de la guitarra y el cante como Diego, Ricardo, Montoya, Sabicas, Paco de Lucía,… y también de Pastora, Fernanda, Mojama, Torre, Agujetas, Talega, Mairena… sin desmerecer a todos los demás”.
Celia Morales
